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Prueba de que podés hacer cosas difíciles, por Nat Eliason

Prueba de que podés hacer cosas difíciles, por Nat Eliason
Foto por Joshua Hoehne.
El siguiente es un ensayo de Nat Eliason, un autor que descubrí hace pocos días a través del podcast How I Write. Podés encontrar la versión original en inglés, así como muchos otros ensayos interesantes en su blog personal Nat Eliason's Essays. Si te interesa la escritura y el storytelling, te recomiendo mirar el episodio del podcast que menciono más arriba.

Cuando un adolescente inteligente pero inconformista pregunta por qué necesita aprender cálculo, ¿qué le respondés?

Sabés que, fuera de ciertas carreras, nunca va a usarlo en la adultez.

Podrías decirle: “Te ayudará a entrar a la universidad”, pero entonces se preguntará por qué a la universidad le importa que sepas cálculo. Y una vez en la universidad, tal vez podrías decirle: “Para conseguir un buen trabajo”, pero ¿por qué a un empleador le importaría cómo te fue en cálculo multivariado si tu trabajo no requiere conocimientos de cálculo?

Yo era uno de esos estudiantes molestos. Tenía la capacidad para hacerlo bien en la escuela, pero nunca me importó porque nunca escuché una buena respuesta a esta pregunta. Nunca entendí el punto de aprender realmente el material en clases difíciles que nunca vas a usar en el mundo real, y asumí que podía hacer el mínimo esfuerzo y salirme con la mía.

Pero recientemente me di cuenta de que hay una muy buena razón para aprender Cálculo: es para probar que podés hacer cosas difíciles.

La capacidad de hacer cosas difíciles es quizás la habilidad más útil que podés desarrollar en vos o en tus hijos. Y la prueba de que sos alguien que puede hacerlas es uno de los activos más valiosos que podés tener en tu currículum de vida.

Nuestra autoimagen se basa en la evidencia histórica de nuestras habilidades. Cuantas más cosas difíciles te esfuerces en hacer, más competente te vas a ver. Si podés correr maratones o levantar el doble de tu peso, la privación de sueño por un recién nacido será solo una molestia leve. Si podés sobresalir en química orgánica o econometría, adaptarte a un nuevo trabajo en finanzas será pan comido.

Pero si evitamos las cosas difíciles, cualquier cosa medianamente desafiante parecerá insuperable. Nos frustraremos por un punto al final de un mensaje de texto. Nos veremos como incapaces de aprender nuevas habilidades, asumir nuevas carreras y escapar de situaciones difíciles. La prueba de que podés hacer cosas difíciles es uno de los regalos más poderosos que podés darte.

Mi objetivo con nuestros hijos es evitar mentirles lo más posible. No les voy a decir que el cálculo es súper importante o incluso que las calificaciones son súper importantes. La verdad es que no lo son, siempre y cuando tengas otros planes. El cálculo es una excelente manera de probar que podés hacer cosas difíciles si no tenés otras pruebas que mostrar. Pero si estás aprendiendo programación y creando aplicaciones en tu tiempo libre, ganando campeonatos de fútbol o escribiendo una novela, entonces estás haciendo cosas difíciles. Probablemente más difíciles que el Cálculo.

Por eso hay tanto sesgo de supervivencia y malos consejos en la frase “los estudiantes C contratan a los estudiantes A”. La mayoría de los estudiantes C no están haciendo otras cosas difíciles en lugar de la escuela. Simplemente están perdiendo el tiempo, por lo que terminan trabajando para el estudiante A.

Pero algunos estudiantes C están obteniendo C porque están obsesionados con otros proyectos. Proyectos difíciles. Y esa obsesión por hacer cosas difíciles les permite superar a sus compañeros con el tiempo. Así que, si tenés un estudiante C que está obsesionado con algo difícil, probablemente no tenés que preocuparte. Si se están drogando y viendo TikTok, bueno...

No me importa particularmente qué calificaciones obtengan mis hijos una vez que empiecen la escuela. Pero sí me importa que se prueben constantemente a sí mismos que pueden hacer cosas difíciles. Si el Cálculo es la forma en que quieren hacerlo, está bien, pero hay muchas, muchas más opciones.

Y si no sabés que podés hacer cosas difíciles, encontrá una manera de probarlo a vos mismo. Construí un hábito, aprendé una habilidad, creá algo, lo que sea que cambie tu postura frente a los desafíos de “eso parece difícil” a “puedo resolverlo”.

Creá pruebas de que podés hacer cosas difíciles.

Para masticar...

¿Qué cosa difícil podrías hacer?