Liderazgo más allá de los cargos
Después de leer uno de mis últimos bocados, donde hablaba sobre cómo ser más intencional con nuestro liderazgo, un lector me envió una pregunta muy interesante:
¿Cómo vivís y qué pensás sobre la posibilidad de ser líder para algunas personas y no para otras?
Luego de masticar un rato sobre el tema, llegué a lo siguiente...
Me gusta pensar en el liderazgo como algo independiente, separado de cargos o posiciones en una organización. Por eso resuena mucho conmigo la definición de liderazgo que compartí en aquel bocado:
“Los líderes influyen en los demás para que actúen, piensen y se comporten de manera diferente a como lo harían si el líder no estuviera presente”. — Balaji
Bajo esta óptica, el liderazgo no es más que influencia: es el efecto que tiene una persona sobre la forma de actuar y pensar de otras. Según Balaji, los grandes líderes tienen una gran influencia y un legado duradero. Impactan a muchos, y su influencia perdura en el tiempo.
Liderazgo = Influencia + Legado
Liderazgo es lo que logra uno de mis amigos, quien siempre mueve al resto para que nos juntemos cada dos semanas. Es lo que consigue mi padre cuando, con algunas palabras, me lleva a repensar una situación desde cero. Y también, es lo que logra mi jefe cuando me muestra todo su apoyo ante un nuevo desafío.
Estos tres ejemplos son muestras de personas liderando. Algunos lo hacen con intención, mientras que otros lo hacen más como un efecto colateral de ser ellos mismos, sin pensar en liderar. El último ejemplo, coincidentemente, involucra un cargo, pero la capacidad de liderar de mi jefe lo trasciende.
La definición anterior no emite juicios. No distingue entre liderazgo "positivo" y "negativo". El efecto de quien lidera, es decir, su influencia, dependerá de sus aspiraciones, intereses, historia de vida y forma de ser, entre otras cosas. La evaluación positiva o negativa de su legado quedará en manos de cada uno de los afectados.
Llegando a la pregunta inicial: “¿Cómo vivís y qué pensás sobre la posibilidad de ser líder para algunas personas y no para otras?”
Entiendo que apunta a un contexto organizacional, y a la noción de “ocupar roles que, por cargo, exijan liderazgo”. Me vienen a la mente dos cosas, una menos interesante que la otra. Vamos con la menos interesante...
El puesto a ocupar seguramente demandará algunas habilidades particulares que van más allá de la influencia. Conocimientos técnicos, habilidades de gestión, etc. Estas dependerán de cada cargo, y quien designe a la persona en ese rol deberá sentir que esa parte está cubierta, ya sea al 100% o al nivel que considere razonable para la posición. El foco en “la persona que asigna el cargo” me lleva a la parte más interesante...
Cualquiera en una empresa puede ejercer liderazgo.
Ya sea alguien junior que está forzando a alguien más experimentado a refinar sus conocimientos para poder transmitírselos, o alguien de nivel medio que hace preguntas a un Product Owner que lo obligan a reconsiderar la construcción de su producto, todos están ejerciendo algún grado de influencia. La pregunta entonces para quienes ubican a otros en posiciones de liderazgo sería...
¿Qué estilo y forma de influencia me gustaría amplificar en la empresa?
O también podría decirse, ¿qué cultura de liderazgo quiero promover?
Aquí entra el juicio de esa persona sobre el estilo de liderazgo de los demás. Lo que considera positivo o negativo dependerá de él y del entorno organizacional que lo engloba. Un estilo de liderazgo puede ser deseable en el marco de una cultura organizacional puntual, pero contraproducente en el contexto de otra.
Cambiando a la perspectiva de la persona que ahora ocupa una "posición de líder" o cualquier otro rol en la organización, y dejando de lado las habilidades particulares, el liderazgo es un músculo que se entrena. Es o conjunto de habilidades, quizás un poco menos tangibles que aprender una herramienta o un lenguaje de programación, pero que se pueden pulir y reforzar con intención.
Dicho esto, algunos aspectos de nuestra esencia (personalidad, vivencias) nos llevan a sentirnos cómodos liderando de una forma, y esa forma puede calzar a la perfección en nuestra organización o no.
Lo bueno de esto último es que una mala experiencia no necesariamente significa que no estamos hechos para liderar. Simplemente, quizás el contexto no era adecuado para nuestro estilo.
Para masticar...
¿Estás liderando?