Un tobogán y dos cervezas
Un día como cualquier otro, Steven Slater llegó a su trabajo como azafato de una aerolínea. Había hecho esto durante años: atender pasajeros, resolver problemas, mantener la calma bajo presión. Pero ese día, cuando el avión carreteaba hacia las puertas tras el aterrizaje, algo cambió.
Un pasajero apurado discutió con él y, en medio del intercambio, una maleta lo golpeó en la cabeza. Slater pidió una disculpa pero, en su lugar, recibió insultos.
Y entonces sucedió…
Slater tomó el micrófono del avión y anunció:
“Llevo 20 años en este negocio. Pero hasta acá llegué, se acabó”.
Abrió la puerta de emergencia, activó el tobogán inflable, agarró dos cervezas y se deslizó fuera del avión.
...
Algunas situaciones despiertan lo peor de nosotros, como impulsos que nos llevan a reaccionar en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, describir a La Bestia como una simple sobrerreacción sería quedarse corto ante lo que realmente significa.
Podemos sentir un cosquilleo efervescente en nuestro pecho que se expande por todo el cuerpo. Rápidamente toma posesión de todo nuestro ser. Empezamos a ver el mundo a través de sus ojos. Sus intereses, objetivos, deseos y necesidades acaparan automáticamente nuestros mecanismos de percepción. La Bestia no es un simple exabrupto emocional, sino una versión oscura de nosotros mismos.
“De pronto me di cuenta de que ya no necesitaba seguir con aquello. Vi un rayo dorado de sol atravesar la pequeña ventanilla del avión y pensé: Mi coche está justo al otro lado de esa rampa, y hoy es un día estupendo de playa. Quizás sea hora de irme”.
Slater estaba poseído.
A sus ojos, los pasajeros en el avión detenido se convirtieron en objetivos a los cuales dirigir su ira. La puerta de emergencia era su aliado más próximo para escapar de una vez por todas. Y las cervezas... bueno, una forma de darle un tono legendario a su huída.
¿Pero si existe La Bestia, acaso no debería existir también su opuesto?
Una versión “iluminada” de nosotros. Aquella que quiere progresar, que elige ver las donas y no los agujeros, que diseña “carnadas” y que busca inspirar a otros.
¿Cuál es el espíritu que, cuando nos posee, libera nuestra capacidad de domar a La Bestia?
Para masticar...
¿Qué nombre le darías a la antítesis de La Bestia?